Salva rebobinó el VHS mientras se limpiaba la sal de las palomitas impregnada en la yema de los dedos. Era la noche de Halloween y desde el primer visionado de Pesadilla en Elm Street se había obsesionado con Freddy Krueger. Tenía cuatro horas para preparar el disfraz con el que esperaba sorprender gratamente a sus amigos.
Dejó la cinta dentro del reproductor y comenzó a preparase con la mirada fija en cada detalle del póster de Freddy que tenía encima de la cama. La vestimenta era lo más sencillo: botas, pantalones marrones, jersey desgastado de anchas rayas rojas y verdes, sombrero de ala también de color marrón, y finalmente el icónico guante afiliado. Pero nada tenía sentido sin un arduo trabajo de maquillaje para darle al rostro las quemaduras y heridas de Fredy que, junto con las prótesis de nariz y orejas, le ofrecían un aspecto casi idéntico al de su ídolo. Imitó las poses delante del espejo y salió de casa con el orgullo de haberse transformado en el acuchillador de Springwood.
Todos en la fiesta se sorprendieron ante semejante virtuosismo, pero al empezar con la bebida nadie había seguido ovacionándolo tanto como él hubiese querido. La fiesta de Halloween no seguía el dogma de la temática, así que decidió beber sin parar mientras balbuceaba diálogos de Pesadilla en Elm Street. Finalmente se quedó dormido en una esquina del sofá. Esa noche tuvo un extraño sueño en el que la cinta de VHS se introducía en su boca hasta formar un rollo en el interior de su estómago. Salva se despertó sobresaltado en el amanecer del uno de noviembre. Posó con cuidado las botas en el suelo y comprobó que la alfombra estaba encharcada de sangre.
Dos chicas de la universidad yacían muertas; una con las marcas de las cuchillas en el pecho y la otra en la espalda. Salva pensaba que seguía soñando e intentó arrancarse el guante de la mano, pero fue imposible. Corrió hacia el baño con torpes movimientos y observó con desesperación como el disfraz formaba parte de él. El rostro de Salva era el de Freddy.
Salva, por la conmoción, no se había fijado en las huellas ensangrentadas de la cortina. En la bañera, en una posición rígida, su mejor amigo resultaba casi irreconocible debido a las profundas heridas dibujadas en el rostro. Soltó un grito ahogado que se tradujo en la risa de Freddy. Nadie de la fiesta de Halloween pudo volver a su casa, y nadie supo que el asesino había sido Freddy en el trémulo cuerpo de Salva.
Un año después de la masacre se estrenó Pesadilla en Elm Street 2: La venganza de Freddy. Salva desapareció en el VHS de su película favorita para siempre. La realidad jugó con la ficción, y nunca se sospechó que tras la imagen creada por Wes Craven se encontraba la mente atrapada de un fanático que una noche de Halloween había decido disfrazarse de su serial killer favorito. ¡Uno, dos, Freddy viene por ti!
A Nightmare on Elm Street. Directed by Wes Craven. 1984. Behind the Scenes.
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